En Oaxaca, donde la gastronomía es casi una forma de identidad y los bosques húmedos esconden sabores que no aparecen en los mercados urbanos, los senderos micológicos se han convertido en una de las experiencias más auténticas y sorprendentes para viajeros curiosos. No se trata solo de caminar entre pinos y encinos: es entrar en un universo donde los hongos crecen como pequeñas esculturas naturales y donde cada especie tiene su temporada, su aroma, su textura y su historia comunitaria.
Estos recorridos, guiados por habitantes de la Sierra Norte, la Sierra Sur y los Valles Centrales, están ganando fama entre amantes de la naturaleza, fotógrafos, cocineros y viajeros que buscan algo más que la típica ruta turística. Aquí te cuento qué son, cómo funcionan y por qué están viviendo un boom tan particular.
¿Qué son los senderos micológicos?
Son rutas en zonas boscosas donde, acompañado por guías locales capacitados, puedes observar, identificar y recolectar hongos comestibles de manera responsable.
No es un simple paseo: es una práctica ancestral que forma parte de la vida cotidiana de muchas comunidades zapotecas y mixtecas, donde la temporada de lluvias significa también temporada de sabores silvestres.
En estos recorridos aprendes a distinguir:
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Hongos comestibles emblemáticos, como el hongo de yema, el duraznillo, los chantareles y las morillas.
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Especies medicinales y tradicionales, usadas para infusiones o tinturas locales.
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Hongos tóxicos, para evitar confusiones (una parte fundamental del aprendizaje).
¿Dónde se realizan los senderos micológicos en Oaxaca?
Aunque las rutas se expanden cada año, hay tres zonas principales donde estas experiencias son más comunes:
1. Sierra Norte (región de la Mixteca y comunidades ecoturísticas de la Pueblos Mancomunados)
Es la zona más conocida para senderismo y turismo comunitario. Aquí, pueblos como Cuajimoloyas, Llano Grande y Benito Juárez organizan salidas durante la temporada de lluvias (junio a septiembre).
Los paisajes son húmedos, con suelos esponjosos y bosques fríos donde brotan decenas de especies después de las primeras tormentas.
2. Sierra Sur
En comunidades zapotecas cercanas a Miahuatlán, San José del Pacífico o San Miguel Suchixtepec, los guías llevan años recolectando hongos para autoconsumo y venta local. Aquí los senderos son más tranquilos y menos concurridos, ideales para quien busca una experiencia más íntima.
3. Valles Centrales (zonas altas alrededor de Etla y Zaachila)
Aunque menos conocidas que las sierras, estas regiones albergan pequeños bosques donde se organizan talleres y paseos breves, a menudo combinados con cocina tradicional o degustaciones.
¿Cómo es una experiencia micológica típica?
La dinámica depende de la comunidad, pero normalmente sigue este formato:
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Salida temprano
Los hongos frescos se encuentran mejor por la mañana. Antes de entrar al bosque, el guía explica reglas básicas de seguridad y recolección. -
Caminata interpretativa
A lo largo del sendero, se detienen para observar especies, comparar colores, aromas y texturas, y aprender técnicas de identificación. -
Recolecta responsable
Se enseña a cortar sin dañar el micelio, a dejar ejemplares pequeños y a evitar cualquier especie dudosa. -
Clasificación comunitaria
Al final del recorrido, los participantes se reúnen en una mesa para separar lo comestible, lo ornamental, lo inusual y lo tóxico. -
Cocina tradicional
Muchas rutas incluyen una comida con los hongos recolectados: memelas, caldos, guisos, empanadas o asados con hoja santa.
La experiencia puede durar entre 3 y 5 horas.
¿Por qué estos recorridos están ganando popularidad?
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Un turismo auténtico, no masivo: es naturaleza pura y saber local, sin grandes infraestructuras.
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Interés culinario global: chefs y aficionados visitan Oaxaca por sus hongos silvestres —que no siempre llegan a mercados— para conocer sabores únicos.
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Enfoque educativo: aprendes a distinguir especies, a respetar ciclos naturales y a entender la relación cultural entre las comunidades y el bosque.
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Un espacio para desacelerar: caminar bajo la lluvia fina, oler la tierra mojada y descubrir colores ocultos es una experiencia profundamente sensorial.
Consejos para quien quiera vivir un sendero micológico
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Contrata guías locales: conocen el bosque y garantizan seguridad; nunca recolectes por tu cuenta.
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Ve en temporada (junio–septiembre): cuando la lluvia despierta la mayor diversidad.
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Lleva ropa impermeable y zapatos con suela antideslizante.
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No consumas ningún hongo sin la confirmación del guía.
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Evita arrancar ejemplares completos: corta con cuidado para preservar el ecosistema.
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Respeta la capacidad de carga: muchos senderos limitan grupos a 8–12 personas.
Un encuentro entre gastronomía, naturaleza y cultura
Los senderos micológicos de Oaxaca no son solo una moda: son una puerta a un mundo vegetal (y fúngico) que ha alimentado a las comunidades durante siglos. Un recordatorio de que la relación entre humanos y bosque puede ser respetuosa y deliciosa a la vez.
Caminar entre niebla y musgo, encontrar un hongo escondido bajo las hojas, escucharlo crujir ligeramente al cortarlo y después cocinarlo con manos locales es una de esas experiencias que mezclan aprendizaje, sabor y cariño por la tierra.
Si te interesa, puedo escribir una guía práctica por comunidad, un artículo más gastronómico sobre los hongos más apreciados, o una versión corta para redes sociales.